Nuestra vida es efimera en comparación al universo.... y una longevidad en comparación con una mariposa

22 oct 2013

Un cuento de "Había una vez..."


Un cuento de "Había una vez..." 


Había una vez una niña de ojos tristes, que buscaba ayuda, que buscaba una mano que quisiera acompañarle, porque, aunque no lo admitiera, sabía que lo que tenía no duraría por mucho tiempo.

Había una vez un niño de mil máscaras, que se escondía detrás de altos muros para no ser lastimado. Un niño que sabía quien era pero no quería admitirlo

Había una vez un par 
de almas que fingían ser una niña , ser lo que no eran, porque ser quienes eran podía ser peligroso. Por ello buscaban, y encontraron un niño con una máscara de sonrisa y otra de amabilidad. Ellas sabían que él podría ayudarlas

Había entonces una vez dos mortales, que se sonrieron sinceramente, que ser vieron a través de su coraza para encontrarse y prometieron ayudarse, siempre estar cerca, para ser la mano amiga que pudiesen necesitar.

Había una vez una niña que pensó, que creyó haber logrado quitarle casi todas las máscaras a un niño, y que, aunque lo había vuelto más vulnerable, a su parecer podía ser ahora más feliz

Había una vez un niño al que le arrancaron todas sus máscaras, dejándolo con las más simples y seguras. Él también había ayudado a una niña, la había sacado de la profunda fosa en la estaba caída, y la soportaba día y noche. La mantenía a flote cada vez que naufragaba y le recordaba el motivo de seguir.

Había una vez dos almas con forma de niña que le habían fallado aun niño.

Había una vez un niño que le había fallado a dos almas.

Pero al final siempre se perdonaban...

Excepto esa vez.

Había una vez una fecha importante. Un día especial porque uno de ellos cumplía años. Pero a pesar de ello, él tenía muchos problemas.

Había una vez una niña que movió cielo, mar y tierra para un día importante. Despejó su agenda para estar libre en esa fecha; mintió a su mamá; engañó a su papá; desobedeció a su maestro; pero aun así se marchó. A los ojos de todos desapareció doce horas completas ¡Un día! Nadie supo de ella hasta la noche

Había una vez un niño que despertó el día de su cumpleaños molestado por su familia, obligado a salir contra su voluntad. Que cuando salió de su dormitorio encontró a una niña preparada para salir con él todo el día.

Había una vez una mamá que descubrió lo que su hija había hecho el día que desapareció, o eso creía ella. Se lo dijo a todo el mundo. Entonces había una mamá furiosa, un papá desconfiado y un maestro desilusionado. A los ojos de todos era la deshonra personificada.

Había una vez una niña castigada, encerrada, que no sabía nada de nadie desde hacía tres días. Se hundió en un pequeño agujero durante mucho tiempo; lloró y se lamentó. Pero nadie le tendió la mano. Encerró todo lo que sentía -lo bueno y lo malo- y trato de levantarse. Se llenó del poco valor que le quedaba y enfrentó al mundo sólo, con la estampa de la deshonra de la familia en la frente; lo hizo como nunca lo había hecho antes, porque la mano amiga que creía tener no llegó jamás.

Había una vez un par de almas, decididas a levantar el vuelo, y lo lograron. Pensaban continuamente en el niño de las mil máscaras. Se enteraron que su vida había mejorado mucho, pero que no se molestó en llamarlas nunca, en decir 'Hola', en encontrarlas, en cumplir su única promesa.

Había una vez alguien, que ya no era una niña, con mucho rencor y desesperación dentro. Odiaba la felicidad y la confianza, y se negaba a darla o recibirla. Su familia le decía que era la escoria de la humanidad, que nunca nadie había caído tan bajo. Parecía fuerte, pero no lo era.

Había una vez un niño que siguió caminado solo, sin preocuparse por su mano amiga, que cuando tuvo oportunidad de hablar, trató de entender que sucedía, pero se le negó el completo acceso. Lo que no supo fue que existía tanto rencor y miedo en esa persona, que realmente no quería probarlo entonces.

Entonces, ese alguien de dos almas, que era menos que escoria, comenzó a volar. Pero su pecho pesaba por la culpa de haber volado sin esperar a un niño.

Entonces, después de hablar con muchas personas, decidió escribir una carta, donde le explicaba ( o por lo menos lo intentaba) que había sucedido. No para que se obligaran a perdonar, sino para que él entendiera los motivos detrás de sus actos, y que entonces ella pudiese volar libre.

Ella nunca supo si él se enteró o no, pero lo intentó.

¿Habrá existido ese pensamiento en él?

¿Algún día dejarían de comportase como un par de críos y tener mas civilización cuando se encontraban de frente?

De Francia Alexandra Campos



Para un amigo que solía tener~

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